A pesar de que mostramos reiteradamente obras de Picasso erótico de los años treinta y posterior, es menester decir que la exploración del cuerpo femenino por parte del artista malagueño comenzó desde su etapa de juventud, como bien hemos podido observar en algunos pocos ejemplos.
Aquí tenemos la obra de el Aseo (también conocida como La toilette) de 1906, momento que coincidió la estancia del artista en Gósol donde, poco a poco, iba abandonando la estética del periodo rosa. En este cuadro vislumbramos una figura femenina desnuda que se observa y se arregla delante de un espejo que lo sujeta otra mujer vestida y en posición lateral. La apreciación del reflejo de la propia fémina desnuda tiene, sin duda, un cierto carácter narcisista donde dicha mujer distingue la belleza de su cuerpo desnudo, en contraposición con la figura vestida que ayuda a la primera a observar su propia imagen.
en pocas palabras, tenemos a una Venus del espejo de principios del siglo XX, una figura femenina que se mira al espejo como también ocurre en el aclamado cuadro de Velázquez. La diferencia con éste último artista, además de la técnica y de la composición, es que Picasso reemplaza la figura del puttis y pone en su lugar a otra mujer que ayuda a sostener el espejo, por la cual la mujer-diosa se aprecia mediante su propio reflejo Picasso desvincula el cuadro de todo contenido y temática mitológica, pero es indudable el tipo de homenaje que le hace al pintor sevillano, debido a esta reinterpretación de su obra más erótica, la aclamada Venus del espejo. Re lecturas modernas que toman de la tradición algo nuevo, y es lo que seguramente Picasso quería aportar con este bello lienzo.
Bilbiografía:
LECALDANO, Paolo, Picasso azul y rosa, Barcelona, Noguer, 1980.
Agustín Gonzalo Mass Rivera.